domingo, 7 de octubre de 2018

Los puestos de libros que bordean el Sena

El Sena y los "bouquinistes de París"

El río Sena parte en dos a la capital francesa. Desde sus márgenes se pueden observar algunos de los más conocidos y hermosos edificios de París, incluyendo la famosa Torre Eiffel o la iglesia de Notre-Dame.

Desde el siglo XVI, cuando se construyeron los primeros muelles en el río, París ha cambiado mucho. Poco a poco ha ido evolucionando hasta lo que hoy conocemos y podemos ver.

Por ejemplo, el Puente Nuevo se construyó en 1578 y la plaza de la Concordia fue en 1753. Pero no fue hasta 1870 cuando se construyeron 15 de los puentes que unen ambas orillas y se adaptaron al tráfico fluvial.

El Sena y sus puentes

En París, hay treinta y siete puentes que se alzan sobre el Sena. Los puentes, construidos en diferentes épocas, no siempre han sido el medio preferido por los parisinos de atravesar el río. Los parisinos solían utilizar un barco o tomar un transbordador para ir a la otra orilla del río o a una de las islas naturales de la ciudad. Algunos puentes famosos merecen una mención más detallada.

LE PONT DES ARTS

Actualmente, le Pont des Arts o el Puente de las Artes es muy popular entre los turistas por ser el puente donde se ponen los candados del amor. Sin embargo, el Ayuntamiento de París no apoya esta práctica ya que el peso de los candados supone un peligro para la estructura de la construcción. Este puente fue declarado monumento histórico en 1975, pero cabe mencionar que la versión actual es en realidad una reconstitución de 1984. Los bombardeos de las dos guerras mundiales debilitaron la estructura, por lo que en 1977 se tuvo que cerrar el puente, que se derrumbó en 1979.



En ambas orillas del Sena podremos encontrar bouquinistes (se pronuncia: buquinists) que es la palabra francesa para denominar a los puestos de libros antiguos que bordean el río. Los primeros aparecieron en el muelle Voltaire en 1891 y son un claro ejemplo de la cultura parisina.

Buquinistas de París

El término buquinista (en francés bouquiniste) se refiere a los vendedores de libros antiguos y de ocasión, y desde el punto de vista etimológico, la palabra deriva de bouquin (libro y sobre todo pequeño libro, o sea ediciones de bolsillo o de dimensiones de menor tamaño que lo usual).

Los "bouquinistes de París", Francia, son los vendedores de libros usados y antiguos que ejercen su oficio a lo largo de amplios sectores de las orillas del Sena: en la margen derecha del Pont Marie al Quai du Louvre, y en la orilla izquierda del Quai de la Tournelle al Quai Voltaire. El Sena se describe así como el único río en el mundo que se extiende entre dos filas de estanterías y puestos de venta.

De Jebulon - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10559856

Campana Sebastopol

La campana Sebastopol


Foto de Dmitry A. Mottl - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6415243


La Campana de Quersoneso

La campana de Quersoneso, en la península de Crimea, al sur de Rusia es un símbolo del Quersoneso y una de las principales atracciones turísticas de Sebastopol. Fue fundida antes de la fundación de dicha ciudad para la iglesia de San Nicolás Taumaturgo en Taganrog, que era la base militar de la Armada rusa en ese momento. Más tarde fue confiscada por los franceses, y luego regresada.

La campana de Quersoneso o la campana de la niebla del Quersoneso, a veces es considerada por muchos como uno de los «lugares de interés de Taganrog ubicados en el extranjero», que incluso se convirtió en un símbolo de otra ciudad, Sebastopol.

Su peso es de 150 libras. Fue construida con el hierro fundido de los cañones turcos capturados en 1778.

En 1803, la campana se colocó en el campanario de la catedral de San Nicolás en Sebastopol. En 1850, fue colocado en el campanario del monasterio de Chersonesus.

Durante la Guerra de Crimea, la campana como trofeo se exportó a Francia y hasta 1913 se ubicó en el campanario de Notre Dame de París. La campana fue devuelta a casa, gracias a las gestiones del cónsul francés en Sebastopol.

En 1925, después del cierre del monasterio, se dejó que la campana sonara en un clima brumoso; sus pitidos eran una especie de advertencia a los barcos sobre las rocas costeras. 

La campana sobrevivió a la segunda defensa heroica de la ciudad de Sebastopol 
(1854-1855)

El Sitio de Sebastopol fue una batalla de gran importancia para el desarrollo de la Guerra de Crimea. La principal base rusa en Crimea, Sebastopol, fue sitiada durante 11 meses por las fuerzas aliadas inglesas, francesas y otomanas. Con la caída de la ciudad en manos aliadas, el desenlace de la guerra prácticamente se dio por concluido.

¡Qué increíble destino para esta campana! Hecha con los cañones capturados cinco años antes de la fundación de Sebastopol, pasó más de medio siglo en cautiverio en Francia, regresó a su tierra natal, sufrió las primeras guerras mundiales y civiles, la defensa heroica de la ciudad de Sebastopol durante la Gran Guerra Patria, los años de ocupación, las batallas durante la liberación de Sebastopol y ¡Hasta ahora se mantiene firme en la antigua orilla de Chersonesos!

viernes, 5 de octubre de 2018

Las gárgolas

Las gárgolas






Si ya se ha acercado a la catedral de Notre-Dame de París, seguramente habrá detectado, entre la abundante decoración de sus distintas fachadas, entre arbotantes y pináculos, unas extrañas esculturas de aire fantástico. Las gárgolas y otras quimeras forman parte integral de la historia de la catedral y del espíritu del lugar.

Las gárgolas tienen, en primer lugar, una utilidad práctica. El agua de lluvia que corre sobre los tejados de Notre-Dame de París debe evacuarse sin que resbale por los muros, que podrían degradarse. Al lanzar el agua de lluvia al vacío, las gárgolas protegen la catedral y evitan que el exceso de escorrentía cause daños a la piedra. Esa es la diferencia principal entre las gárgolas y las quimeras. Las primeras sirven para evacuar el agua de lluvia, mientras que las segundas tienen finalidad decorativa.



LA FUNCIÓN SIMBÓLICA DE LAS GÁRGOLAS DE NOTRE-DAME DE PARÍS

Las gárgolas, además de proteger el edificio frente a las inclemencias del cielo y evitar que el agua de lluvia no se escurra demasiado cerca de los muros, brindan protección simbólica. Con aspectos a menudo espeluznantes, representan monstruos de bestiarios fantásticos, animales salvajes o domésticos, e incluso hombres. Estos monstruos deben espantar a los demonios y las fuerzas del mar y ahuyentarlos de los muros santificados, que albergan la comunidad de creyentes. También ofrecen una función purificadora, puesto que engullen las aguas sucias y usadas y las alejan de los muros.


¿Quiénes eran las cocottes?

Las Cocottes

Si habéis leído Gigi de Colette, o habéis visto la película, o La dama de las camelias, de Alexandre Dumas, sabéis de que va la cosa más o menos. Para los que no lo habéis leído, las cocottes eran aquellas mujeres que, por decirlo de forma fina, se dedicaban a la profesión más antigua del mundo. La principal diferencia entre las cocottes y una mujer que trabajase a pie de calle era el status y el poder económico. Las cocottes lograron hacerse un hueco entre la clase más alta. Estaban socialmente aceptadas, aunque nadie hablase de ellas. Muchas de ellas provenían del mundo artístico, lo cual no significa que todas las actrices fuesen cocottes y viceversa. Hablar de ellas es hablar de un momento histórico. Son el fiel reflejo de la sociedad del siglo XIX y principios del XX. Enemistades, como la de La Paiva y Cora Pearl, hombres que perdieron su fortuna por ganarse el amor de ellas, escándalos… Todo ello forma parte del demi-monde, conocido así al mundo de las cocottes.

Jacqueline Forzane, acritz y conocida cocotte de principios del siglo XX

El poder económico de estas mujeres les permitió a muchas de ellas hacerse un armario increíble, que causaba la envidia a las mujeres de la época, que veían como su clase social les impedía lucir modelos similares a los de las cocottes. En cada salida, ya fuese a comer a un restaurante, o en el teatro, sabían que tenían que sorprender para mantener su fama, ya fuera a través de la ropa, vistiendo de forma vistosa, o a través de los accesorios. Y en la categoría accesorios se incluye todo: desde animales exóticos o joyas de gran valor, hasta sirvientes.


Polaire y su cintura de 36 cm.

Cecil Beaton nos habla de Polaire, actriz a la que probablemente conozcáis por su estrechísima cintura, de 36 cm. Esta actriz de musicales, era famosa por su pelo corto, algo bastante raro en las mujeres antes de los años Veinte, y un piercing en la nariz, que al parecer se hizo sobre el año 1913. Según nos cuenta Beaton, volvió de una viaje de América acompañada de un chico negro que, colgando de su cuello, llevaba una placa en la que se podía leer “Pertenezco a Polaire. Hagan el favor de devolverme a ella.”. Una buena forma de llamar la atención, ¿no?

Es curioso que fuese en la sociedad inglesa de mediados del siglo XIX cuando las cocottes se hicieron más populares. Una sociedad reprimida, con una larga lista de normas sociales que aceptaban el demi-monde. Pero fue en Francia donde la mayoría de ellas triunfó. El demi-monde no era algo nuevo en la sociedad, pero fue hacia 1852 cuando alcanzó mayor notoriedad.

Cora Pearl, probablemente la cortesana más conocida de la época, cuenta en su Memorias, libro que podéis leer si estáis interesados, como se inició en el mundo del demi-monde: tras pasar una noche con un hombre de cuarenta años que la siguió al salir de misa, este le dio cinco libras. Si es verdad o mentira, jamás lo sabremos, forma ya parte de su leyenda. Fue a partir de su llegada a París hacia 1850 cuando Cora alcanza su mayor popularidad. Con una facilidad increíble para gastar dinero (se cuenta que se gastaba unos 50.000 francos de la época), la famosa cocotte, tras un funesto incidente con uno de sus admiradores, tuvo que salir corriendo de Francia. Volvería a su amada ciudad de París años más tarde, donde fallecería en 1886 de un cáncer de estómago. Su vuelta no significó el retorno a su antiguo modo de vida. Sus antiguos protectores la dejaron de lado y tuvo que vender sus posesiones: mansiones y joyas recuerdo de un tiempo mejor. Tras ella vinieron muchas más. Chicas jóvenes con ganas de emular a Cora, o, incluso, superarla.


Cora Pearl, una de las cocottes más famosas.

Ya entrado el siglo XX nos encontramos a mujeres como Jacqueline Forzane, o Gina Palerme. Las dos eran actrices, y cada una triunfó dentro y fuera de los escenarios por sus diferentes encantos. Forzane, a la que Cecil Beaton nos describe como “(…) gracia exquisita y su original línea de cuerpo, su blancura luminosa, su naricilla respingada y bien conformada, y sus labios de capullo de rosa, era como un clarín que convocase al sexo.”


Gina Palerme

Gina Palerme, que llegó a dirigir un espectáculo en el Moulin Rouge, era conocida, como muchas cocottes, por su extravagante vestuario, pero lo que la hacía diferente al resto era su afición al deporte, especialmente la esgrima.

Muchas de ellas se convirtieron en iconos de moda. La gente ya no se fijaba en la corte para seguir la moda, sino que analizaban detalladamente a las cocottes. Madame Paquin, o Charles Worth eran, entre otros, los diseñadores elegidos para vestir con creaciones a cada cual más espectacular a sus clientas más atrevidas. No solo un gran armario lleno de prendas era suficiente para ser una cocotte famosa. Contactos importantes, como Cora Pearl, que llegó a convertirse en amante del príncipe Napoleón, y, sobre todo, el saber entretener. Tenían que contar con el suficiente saber estar, las maneras adecuadas, sin llegar a resultar agobiantes y preocupadas a sus acompañantes, que acudían a ellas para “desahogarse”, a olvidar sus penas en el trabajo, con sus esposas…

Beaton sitúa el final de este grupo de mujeres en 1914, con el inicio de la Primera Guerra Mundial. Tras ella, las cocottes estaban mal vistas, siendo símbolo de una época ya pasada, de un tiempo mejor, pero a la vez más cerrado. Los Años Veinte estaban cerca y la mujer se incorporaba al trabajo. El estilo de vida desenfadado de estas mujeres pasó a estar pasado de moda. Poco a poco se las fue olvidando, quedando como un mero ejemplo de las extravagancias de las clases altas del siglo XIX y principios del XX

jueves, 4 de octubre de 2018

El café Cyrano

Antiguo Café Cyrano

Era uno de los tantos cafés parisinos en donde se reunían los intelectuales de la época. Eran el centro de reunión de pintores, escritores, periodistas y bellas mujeres que frecuentaban París. Los biógrafos  de Horacio Quiroga afirman que en este viaje a París, el joven Horacio conoció en este café a Víctor Hugo, uno de los grandes escritores de la literatura universal, pero este dato no figura en su diario de viaje. 



Los establecimientos míticos en París

Maxim's 

Fue también un camarero -Maxime Gaillard- quien dio nombre a este bar popular inaugurado en 1893. Pero fue su sucesor, Eugène Cornuché, quien lo convirtió en un local mundano donde el “todo París” alternaba con mujeres elegantes al ritmo de las melodías de Offenbach y con estética Art Nouveau realizada con motivo de la Exposición Universal de 1900. Más tarde acogió a Mistinguett o Proust (años 1915-1920) y a la realeza europea o la diva Maria Callas en los años cincuenta y sesenta, conservando su decoración original. Hoy es propiedad del diseñador Pierre Cardin y se ha convertido en una marca que incluye cabaret y un museo así como réplicas del restaurante en varias grandes ciudades del mundo.

Drouant 

Un comerciante alsaciano inauguró este local en 1880 en el barrio de la Ópera. Tenía como clientes habituales a dos célebres "Auguste", el pintor Renoir y el escultor Rodin. En 1903, en él se reunía con regularidad un prestigioso comité de lectura que se convirtió más tarde en el jurado del premio Goncourt (por el nombre de sus impulsores, dos hermanos miembros de la intelectualidad parisina). El lugar de reunión sigue siendo el mismo desde entonces, y el premio se decide en noviembre tras un largo debate y una buena comida.


Les Deux Magots 

Una modesta tienda del barrio Latino, en la plaza de Saint-Germain-des-Prés, se convirtió a finales del XIX en el café de los románticos, frecuentado entre otros por Arthur Rimbaud. Cincuenta años más tarde, fue el lugar de reunión de los escritores y filósofos, entre ellos Jean-Paul Sartre...

Café de Flore

Al igual que su “vecino”, este café del barrio de Saint-Germain sigue siendo un lugar de cita ineludible para la cultura literaria. En los años cincuenta, el escritor rebelde y superdotado Boris Vian, promovió la corriente “existencialista”, antes de dejar su sitio a los audaces cineastas de la Nueva Ola de los años sesenta.


La Closerie des Lilas 

Rodeada por un pequeño jardín de lilas, este pequeño bar del barrio de Montparnasse nació en 1847 y se convirtió a finales del siglo XIX en otro lugar de predilección para los poetas (Verlaine, etc.) pero también para Lénin, en exilio, que jugaba allí al ajedrez. Más tarde, el establecimiento tuvo como clientes a Hemingway, Aragon, Picasso y otros muchos.

El montepío

Los Montes de Piedad

Los Montes de Piedad (del italiano Monte di Pietà) también llamados en singular montepío, eran entidades benéficas donde los pobres podían obtener sumas en metálico empeñando sus pertenencias (ver crédito prendario) y así satisfacer sus necesidades más primarias.

En España, el Monte de Piedad de Madrid es el más antiguo de los que existen actualmente, fundado en 1702 por el Padre Piquer, capellán del Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. Este montepío sienta las bases del resto de Montes españoles, que han constituido los cimientos para el nacimiento de las Cajas de Ahorro en la primera mitad del XIX. Tras la aprobación de la Ley de Cajas de Ahorros y Fundaciones Bancarias (Ley 26/2013, de 27 de diciembre), los montes de piedad podrán adscribirse a la obra social de las cajas de ahorros, a las fundaciones bancarias u ordinarias, o a las entidades de crédito controladas por las fundaciones bancarias.1

El primer Monte de Piedad oficialmente nació en Italia en el siglo XV, a iniciativa de los franciscanos (principalmente gracias a fray Bernabé de Terni), como una forma de combatir la usura. Los primeros montes de piedad fueron establecidos desde 1462 a 1490 en Perusa, Savona, Mantua y Florencia. En dicha época era usual que los prestamistas cobraran intereses altos por los créditos del orden del 20% al 200% (los intereses para la producción de cerveza, por ejemplo en Inglaterra eran del 500%). Con lo cual el acceso al crédito estaba vedado o era muy restrictivo en cuanto al pago de los compromisos o estaba a merced de la usura para los agricultores, artesanos, pequeños comerciantes y los pobres. La palabra Monte hacía ya referencia a una caja pública o una masa metálica de dinero. Las ciudades estados italianas habían instaurado Montes desde el siglo XII para afrontar necesidades financieras o de obras públicas. La denominación de Piedad (di Pietà) se agrega para diferenciarlas de otros tipos de Montes, ya que cumplían fines caritativos y benéficos.

Los Montes de Piedad atendían las demandas de las clases sociales más necesitadas de protección, a través de la concesión de préstamos gratuitos sin interés, garantizados con alhajas y ropas, e intentando con ello suavizar los abusos de la usura. Para conseguir su finalidad, el Monte de Piedad necesitaba recursos, que obtenía sobre todo de la captación de depósitos en metálico. También obtenía fondos provenientes de limosnas, de ayudas de la Corona y de celebraciones religiosas. Con ello se formaba un fondo común.


En el siglo XVIII, los Montes de Piedad están patrocinados por la iniciativa real, manteniéndose la inspiración benéfico-religiosa de su funcionamiento. En Francia, no se establecieron montes de piedad hasta 1777 pero la Revolución destruyó la especie de monopolio que ejercía aquel establecimiento y de ahí la aparición de innumerables cajas de préstamos en que se cometían enormes usuras.

El Monte de Piedad de Madrid es el más antiguo de los que existen actualmente, fundado en 1702 por el Padre Piquer,



El Barco Citta Di Torino


LA VELOCE  NAVIGAZIONE ITALIANA A VAPORE-  1884-1915  -  (Italia)



La Veloce era una línea marítima que transportaba pasajeros en sus buques desde Europa a Sudamérica. A esta compañía pertenecía el buque a vapor en el que viajó Horacio Quiroga en el año 1900. Así se describe a este buque en el blog de "Historia y arqueología marítima":

Cubierta superior de un barco a vapor

"Muy poco después fueron botados el CITTÀ DI MILANO y el CITTÀ DI TORINO de 4.041 toneladas de una hélice por el mismo astillero. Tenían una velocidad modesta de 12 nudos y capacidad para 40 pasajeros de primera y 1.290 de tercera clase. Sus viajes inaugurales comenzaron desde Génova el 30 de diciembre de 1897 y el 27 de febrero de 1898 a Montevideo, Buenos Aires y Rosario."

Pasajeros abordando. Año 1900

Un dato curioso

Epidemia bovina en el Citta di Torino

En Julio del 1900. el Citta di Torino tuvo un hecho curioso. Al llegar a Santos procedente de Buenos Aires y Montevideo (trayendo una caja lacrada con 20 mil libras oro para el Banco Alemán) fue arrestado por las autoridades portuarias por la denuncia de algunos pasajeros de que, durante la travesía desde el Plata, habían muerto a bordo dos bovinos, cuyas carnes fueron servidas a los pasajeros de tercera clase en sus comidas. Temiendo una epidemia a bordo, el navío fue detenido por las autoridades portuarias hasta asegurarse de su aptitud para zarpar.



http://www.histarmar.com.ar/LineasPaxaSA/50-LaVeloce.htm

lunes, 1 de octubre de 2018

Catedral de Nótre Dame


La catedral de Notre Dame, escenario del libro de Víctor Hugo "Nuestra Señora de"París"


Dedicada a la Virgen María, la Catedral de Notre Dame es una de las catedrales góticas más antiguas del mundo. Sus torres ofrecen unas vistas increíbles de París.

Construida entre 1163 y 1245 en la Île de la Cité, la Catedral de Notre Dame de París es una de las catedrales góticas más antiguas del mundo. El nombre de la catedral significa Nuestra Señora y está dedicada a la Virgen María.

En sus ocho siglos de historia, la Catedral de Notre Dame ha sido reformada en varias ocasiones, siendo la más importante la de mediados del siglo XIX. A lo largo de estos años se sustituyeron los arbotantes, se insertó el rosetón sur, se reformaron las capillas y se añadieron estatuas.

En Notre Dame se han celebrado importantes acontecimientos, entre los que cabría destacar la coronación de Napoleón Bonaparte, la beatificación de Juana de Arco y la coronación de Enrique VI de Inglaterra.

La literatura y la fama


Durante el Romanticismo, Víctor Hugo, escribió, en 1831, el romance Nuestra Señora de París. Situando los acontecimientos en la catedral durante la Edad Media, la historia trata de Quasimodo, que se enamora de una gitana de nombre Esmeralda. La ilustración poética del monumento abre puertas a un nuevo deseo de conocimiento de la arquitectura del pasado y, principalmente, de la Catedral de Notre Dame de París.


Y la catedral no era sólo su compañera, era el universo; mejor dicho, era la Naturaleza en sí misma. Él nunca soñó que había otros setos que las vidrieras en continua floración; otra sombra que la del follaje de piedra siempre en ciernes, lleno de pájaros en los matorrales de los capiteles sajones; otras montañas que las colosales torres de la iglesia; u otros océanos que París rugiendo bajo sus pies.
Víctor Hugo, Nuestra Señora de París, 1831.



Exposición Universal de París. Año 1900


Afiche de la Exposición Universal de París. 


La Exposición Universal de París (1900)  tuvo lugar del 15 de abril al 12 de noviembre de 1900 en París, Francia.

Tenía una superficie de 120 hectáreas, fue visitada por 50 860 801 personas, participaron 58 países y tuvo un coste total de 18 746 186 dólares.

La estación de Orsay (ahora Museo de Orsay), el Petit Palais, el Grand Palais y el puente Alejandro III fueron construidos para celebrar la Exposición Universal. El Petit Palais y el Grand Palais fueron construidos sobre el emplazamiento del Palacio de la Industria, fruto de una Exposición Universal precedente (1855).

Una gran noria fue construida en la avenida de Suffren. Tenía un diámetro de 100 metros y fue demolida en 1937.

Los Juegos Olímpicos de París 1900 fueron organizados durante la Exposición.

Vista general de la Exposición. 

Sigue este vínculo y verás como fue la Exposición Universal de París del año 1900. 

https://es.slideshare.net/Jonshuan/exposicion-universal-en-paris-1900

La bohemia parisina

LA BOHEMIA PARISINA



París fue durante el s. XIX y gran parte del XX la Meca, el lugar de peregrinación de todo aquel que se considerara artista. El lugar soñado para todo creador, triunfar en París era simplemente triunfar en el mundo. 

Románticos rebeldes hicieron de su estilo de vida una verdadera leyenda en el París de 1850. Un París que cambia su fisonomía por la influencia cada vez más fuerte de la revolución industrial. En París confluyen en esta época la aristocracia que lentamente va siendo marginada, la burguesía dominante y sus valores y el proletariado urbano que lucha por un lugar más digno.

Los herederos del movimiento romántico viven en esta atmósfera, se sienten incomprendidos y desprecian los valores de esta sociedad que se les presenta como caótica. Alfred de Musset fue uno de ellos, decepcionado de la posible gloria literaria, su vida se convirtió en un verdadero peregrinaje por salones literarios, cafés, cabarets, la noche parisina y sus desenfrenos. Estuvo a punto de morir en duelos por mujeres que luego lo abandonaban o abandonaba para ir con amigos a verdaderas rondas de alcohol y drogas.

Théophile Gautier en la misma época desdeña su origen pequeño-burgués mediante vestimentas y actitudes excéntricas. Tiene en claro su vocación artística y se refugia en pasajes escondidos de la ciudad para no contaminarse con la rapiña comercial de su época. 
Junto a Gérard de Nerval, con quien convivió, y otros artistas funda un pequeño cenáculo que produce obras críticas de la vida contemporánea. Ambos, Gautier y Nerval, se refugian en la noche, en los cafés o en hoteles donde experimentan con el opio junto al pintor Delacroix y los escritores Víctor Hugo, Dumas y Baudelaire.

Enviado por su padre desde provincias a estudiar abogacía, Julio Verne, el autor de “Viaje al centro de la tierra” no pudo resistirse a la bohemia parisina. Algunos conjeturan que sin la bohemia, Verne quizás sólo hubiese sido abogado. Los primeros años como estudiante fueron caóticos y los libros apenas entrevistos, es que el tiempo se iba en pasear con amigos por la ciudad y en concurrir a tertulias de café, o ver obras teatrales. Fue en esas circunstancias cuando conoció a Alejandro Dumas(h), el autor de “La dama de las camelias” quien lo alentó a la escritura.

Baudelaire camina, camina París de noche, casi siempre pobre, casi siempre solo. Ve la otra cara de la ciudad: sus lacras, sus marginados. La “ciudad luz” oculta una ciudad de sombras. Baudelaire encuentra belleza en lugares que el arte no se atrevía a entrar, en lugares nuevos que el capitalismo había engendrado. “Las flores del mal” es un libro sin el cual no se puede entender la literatura moderna y que en el momento de su publicación le costó al artista un proceso y una fuerte multa.

Es en esta época cuando un barrio cobra una relevancia especial: Montmartre, lugar con cierta reputación de criminalidad y bohemia que acaba convirtiéndose en el centro de ocio. Lo mejor de la bohemia estaba por llegar



Montmartre y la bohemia del 900



Eran tiempos en los que Montmartre no era más que un arrabal de París, con calles empedradas, caminos escasamente pavimentados o de tierra, pastizales, chabolas, casuchas de madera y molinos de viento, algo difícil de imaginar hoy. Aquí convivían y trabajaban a finales del siglo XIX y comienzos del XX artistas como Edgar Degas, Pablo Picasso, Henri de Toulouse Lautrec o Vincent van Gogh con costureras, lavanderas, bailarinas, prostitutas, proxenetas, ladrones, estafadores, escritores, artistas de circo, trabajadores, mendigos, vagabundos, alcoholizados crónicos, drogadictos, sifilíticos, tuberculosos, ruinas humanas y marginados sociales.





“El barrio se asemeja a un gigantesco taller artístico”, afirmaba no sin razón un crítico de la época. Montmartre había sido durante muchos años el microcosmos que abordaban primeramente obras literarias como “Scènes de la vie de Bohème” (1847­ – 1849) de Henri Murger (1822­ – 1861).

El sitio atrajo pronto a muchos artistas que, pese a provenir de familias de la alta burguesía, se habían inclinado por una vida pobre, de bohemia, al margen de la sociedad. Esta nueva cultura de marginado voluntario o involuntario se reflejaba de forma realista e impresionante en sus obras.

Desde comienzos del siglo XIX hasta finales de la década de 1960, París fue el centro mundial del arte y una ciudad marcada a fuego por la Literatura Universal.
Un parís lleno de magia y luces que encandilo a artistas de la talla de Hemingway, el Sr. y  Sra. Fitzgerald, Buñuel, Beckett, Brancusi, Brecht, Joyce, Kandinsky, Mondrian, Picasso y Stravinski.Y artistas franceses que tiene grabado su nombre a fuego en todo la historia del arte, tales como: Braque, Duchamp, Matisse, Toulouse-Lautrec, Victor Hugo, George Sand
Algunos barrios se han quedado impregnados de la época más bohemia de París, como Montmartre y Montparnasse, escenario bohemio  de entreguerras y del surrealismo.
Sin duda no hay ninguna ciudad como esta en el mundo, nunca la hubo.

Fuente: Juan Carlos Tellechea, Periodista y crítico uruguayo residente en Berlín.